El apego es la relación de afecto y seguridad que existe entre el niño y sus padres.
Hablamos de apego seguro cuando en esa relación los padres o cuidadores principales se muestran disponibles físicamente, accesibles y entendiendo cuáles son las necesidades del niño para finalmente mostrarse responsivos cubriendo estas necesidades fisiológicas, cognitivas, sociales y emocionales o afectivas.
Los primeros años son importante para las conductas posteriores del niño. Venimos a este mundo totalmente inmaduros, dependientes y necesitados, pero con un ana gran capacidad de aprendizaje por lo que un fuerte vínculo en nuestros primeros años de vida es fundamental para nuestro desarrollo. Cubrir las necesidades del niño desde que nace: abrazarles, darles afecto, hablarles, mirarles, escucharles activamente, ponerles límite y ayudarles a regular sus emociones, fomentarán el paso de la dependencia a su autonomía y una imagen más positiva de ellos mismos.
Las expectativas que depositemos en nuestros hijos y con nosotros mismos, deben de ser metas alcanzables, que requieran de un poco de esfuerzo, dándole valor prioritariamente al proceso de consecución, más que a los resultados. De ahí la importancia de valorar el esfuerzo y la perseverancia.
Un apego seguro hará que tengamos una base segura, una mayor confianza y éxito en las relaciones. Un adulto con apego seguro será capaz de autoregularse emocionalmente, hacerse cargo de sus impulsos, capaz de tomar decisiones, planificarse, ser empático… Podrá identificar la emoción que está sintiendo, entenderla, aceptarla y gestionarla a través de estrategias de autorregulación aprendidas.
En cambio un apego Inseguro, que aparece cuando muchas de las necesidades que tuvimos no fueron cubiertas, fomentará en nosotros la desconfianza y mayor dificultad en las relaciones sociales.
Dentro del apego inseguro podemos diferenciar los siguientes tipos:
- Apego evitativo: se genera un desapego emocional. La madre o padre no están disponibles de manera reiterada o rechazan al niño. El niño siente esta falta de conexión y se adapta al adulto evitando la cercanía e inhibiendo la relación. Se muestra tranquilo ante la falta de necesidad de intentarlo.
Las personas con apego evitativo en la etapa adulta expresan su malestar devaluando a importancia de las relaciones, inhiben sus emociones y evitan la intimidad.
- Apego ansioso ambivalente: consecuencia de una inconsistencia en el cuidado. Los niños con apego ansioso no han sentido la incondicionalidad del amor de sus padres o alguno de ellos. Han percibido cierta intermitencia e incoherencia en su accesibilidad y satisfacción de sus necesidades.
Las personas con apego ansioso en la etapa adulta buscan gran cercanía y conexión con sus parejas y quieren acceder a una relación estable con gran miedo al abandono, dando lugar a la aparición de ansiedad, celos, inseguridad y desconfianza, activando patrones de dominancia y control hacia el otro.
- Apego desorganizado: aparece tras vivenciar un cúmulo de respuestas inadecuadas y desproporcionadas por parte de los cuidadores principales. El niño siente que no hay estrategia útil para salir de la situación en la que se ve envuelto. El niño puede ser agredido, insultado o tratado incorrectamente, quedando a merced de su agresor. El niño se siente inseguro, ansioso, el terror le invade y no encuentra una estrategia eficaz para salir de la situación.
Las personas con apego desorganizado en la etapa adulta son personas con mayor probabilidad a sufrir trastornos de salud mental que han aprendido que las relaciones íntimas se conforman de agresividad. Son personas que sienten miedo en la proximidad y soledad en la distancia.